Hoy es 18 de junio de 2014, miércoles. Con
una niebla cerrada y con gran humedad pero sin frío, nos aprestamos a recorrer
los 60 kilómetros
que nos separan de Palas de Rei, el destino de nuestra undécima etapa, aunque
en principio no estaba claro si acabaríamos en Palas o seguiríamos más allá para
hacer más suave la última jornada hacia Santiago, que recorreremos mañana. Nos
hemos levantado a las 6 para desayunar a las 6.30’ ; antes hemos recogido
todo y lo hemos cargado en el coche, saliendo a pedalear sobre las 7. La niebla
nos ha acompañado durante 27
kilómetros , que se han recorrido con comodidad. Nos
hemos parado a tomar algo en una población del Camino, a unos 20 kilómetros de la
salida.
Hemos quedado con Vicente en reunirnos de nuevo en Portomarín, antes de
cruzar el puente sobre el río Miño. Hemos atravesado todos juntos el puente y
nos hemos parado en la rotonda que hay al inicio del pueblo, donde nos hemos
encontrado con dos personas que iban a Santiago luciendo coches antiguos. Hemos
subido a la plaza del pueblo para admirar la preciosa iglesia románica que allí
se encuentra, dedicada a San Nicolás, y hemos entrado a sellar nuestras
credenciales en ella.
Nos hemos hecho unas fotografías en la plaza y hemos
continuado nuestro viaje. La niebla se había despejado y el sol comenzaba a
calentar; esta circunstancia, junto a las subidas y bajadas de la carretera,
han hecho que la última parte de la etapa, hasta Palas del Rey, haya sido más
dura de lo que pensábamos en un principio. Otra cosa curiosa que hemos
observado ha sido el incremento espectacular de peregrinos en este tramo con
respecto a los días anteriores, que invadían toda la calzada, además del
andadero de tierra, lo que parecía más bien una romería, no una peregrinación.
Hemos llegado sobre las 13.30’ a Palas del Rey, a
cuya entrada nos esperaba Vicente, con el cual nos hemos dirigido al albergue. Allí
hemos tomado posesión de dos literas y nos hemos arreglado para salir a comer. Hemos
ido en coche a Melide, 15
kilómetros más allá, con el fin de cumplir otro de los
ritos del Camino: comer “pulpo a feira” (a la gallega) en la Pulpería de Ezequiel. No
nos ha decepcionado; nos hemos tomado dos raciones dobles de pulpo y una ración
de chorizo al vino, regado con un fresco y suave Ribeiro, que estaba de muerte.
Nos han sellado en Ezequiel las credenciales. Hemos ido a ver la iglesia de
Melide, aunque no había nadie para ponernos el sello. Nos hemos vuelto al
albergue a poner una lavadora y a echarnos una siesta. Después iremos a cenar a
un hostal cerca del albergue y nos recogeremos pronto para mañana acabar
nuestro sueño compostelano. Buenas noches y hasta mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario