El Camino de Santiago, que iniciaremos en Torrejón de Ardoz el próximo año en Junio, está proyectado que finalice en Santiago de Compostela; pero, como tantos peregrinos que han realizado este camino, incluyéndome yo el año pasado, nos resistimos a dar por finalizada esta aventura y deseamos prolongarla más allá, siguiendo al Sol hasta su “muerte” en el Océano Atlantico.
Voy a plantear esta posibilidad, para los que podamos seguir hasta "El fin del Mundo".
La razón de esta tradición obedece a varios motivos, todos distintos,
pero todos relacionables, y su resultado es lo que se conoce como el Camino de
Fisterra-Muxía. La Costa da Morte era para los antiguos –y así fue hasta el
final de la Edad Media– el último reducto de la tierra conocida, la punta
occidental de la Europa continental, el tramo final de un itinerario marcado en
el cielo por la Vía Láctea, un espacio mítico-simbólico que tenía en la
impresionante mole del cabo Fisterra (“Finisterre”) su parte más extrema.
Era un lugar cargado de todo tipo de
creencias y ritos paganos en el que los romanos (s. II a.C.) se sobrecogieron
al ver al enorme sol desaparecer entre las aguas.
Luego, en la Edad Media, Fisterra era un lugar cargado de significado
para muchos peregrinos, suponía, en aquel tiempo, completar el "camino
hacia la perfección" y se "purificaba" en un lugar donde la
tierra conecta con el cielo, lo humano con lo divino.
Cumpliendo la tradición, hay que recoger unas conchas de la playa de la Langosteira como recuerdo, incluso bañarnos en ella si queremos "purificarnos", y justo en el mismo Faro, quemar algunas pertenencias del camino en un acto de purificación y renovación.
Y, ya al atardecer, contemplar la maravillosa puesta de sol desde el cabo Finisterre. La inmensidad del horizonte, donde se funde el ocaso del sol en un mar lleno de luces y colores... supone un espectáculo indescriptible.
Cumpliendo la tradición, hay que recoger unas conchas de la playa de la Langosteira como recuerdo, incluso bañarnos en ella si queremos "purificarnos", y justo en el mismo Faro, quemar algunas pertenencias del camino en un acto de purificación y renovación.
Y, ya al atardecer, contemplar la maravillosa puesta de sol desde el cabo Finisterre. La inmensidad del horizonte, donde se funde el ocaso del sol en un mar lleno de luces y colores... supone un espectáculo indescriptible.
Personalmente, para mí, Finisterre también es un lugar "mágico", el año pasado al final de mi camino desde Castellón pude disfrutar de una fantástica puesta de Sol que me dejó extasiado y que nunca olvidaré.
Las posibilidades de continuación a nuestro planteamiento inicial (terminar en Santiago de Compostela)
por lo tanto son varias, caso de continuar hasta Finisterre:
1- Hacer directamente el Camino
Santiago-Finisterre, al mismo que realicé el año pasado, en dos etapas, una de
55 Km, Santiago-Olveiroa y otra de 35 Olveiroa-Finisterre.
2-
Continuar
con otra etapa más hasta Muxia
3- Realizar la primera etapa de la
1º posibilidad y en la segunda etapa en Hospital (donde está la bifurcación)
seguir hasta Muxia y para terminar en Finisterre o hacer una tercera etapa desde Muxia a Finisterre, que
es donde verdaderamente hay que finalizar la peregrinación.
Decidiremos la posibilidad de continuar
hasta Finisterre y que opción tomar entre los que haremos el Camino.
Santiago-Negreira
Después de cruzar ante la
iglesia barroca de San Fructuoso y su fachada orientada a la contemplación
desde el Obradoiro, el Camino avanza por pequeñas y típicas calles, entre las
que destaca la de Hortas.
El siguiente destino es la
“carballeira” (robledal) de San Lourenzo, a la que Rosalía de Castro dedica uno
de los poemas de Follas Novas, obra referencial de la poesía del siglo XIX. El
pazo de San Lourenzo de Trasouto, antiguo convento franciscano de origen
medieval.Ya en el municipio de Ames, el Camino alcanza el núcleo de Augapesada, que conserva un pequeño puente de origen medieval, antes de iniciar la ascensión al alto de Mar de Ovellas, desde el que se contempla en todo su esplendor el valle de A Maía.
En Ponte Maceira las casas, y los restos de algún antiguo molino restaurado, se reparten a ambas orillas del río Tambre, comunicadas por el puente más significativo de todo este camino. Se trata de una hermosa construcción de finales del siglo XIV, reconstruida en el XVIII, que tuvo durante siglos gran importancia en las comunicaciones entre Santiago y las tierras del Finisterre.
Negreira, capital de esta comarca, es la mayor población –supera los dos mil habitantes– que cruza el peregrino antes de alcanzar la costa. El pazo de Chancela da paso a esta localidad, en cuyo escudo se representa el puente que con su destrucción habría cortado el paso a los soldados que perseguían a los discípulos de Santiago que huían del legado romano de Fisterra,
es una villa de origen
medieval a la que alude Ernest Hemingway en la novela Por quien doblan las
campanas, tiene en el pazo de O Cotón, fortaleza medieval restaurada en el
siglo XVII, y en la contigua capilla de San Mauro, sus monumentos más
característicos.
Negreira - Olveiroa
Un pequeño puente sobre el
río Barcala sitúa al peregrino a la salida de Negreira. La ruta vuelve a
coincidir en diversos puntos, a lo largo de este tramo, con el antiguo camino
real a Fisterra. Así nos lo recuerdan lugares como Camiño Real y Portocamiño.Por momentos, el trayecto recorre zonas de altiplano que permiten amplias perspectivas sobre tierras de los municipios de Negreira y Mazaricos, este último ya en la comarca de Xallas, conocida, sobre todo, por su artesanía de cestería y sus originales sombreros femeninos, realizados en paja.
Uno de los puntos de mayor interés paisajístico se ofrece al caminante en las estribaciones del monte Aro (556 m), desde el que se contempla parte de la comarca de Terra de Xallas.
En la parte final de este tramo el agua es la gran protagonista. El río Xallas y sus riberas se hacen presentes sobre todo en Ponteolveira, cuyo puente, construido en el siglo XVI y reformado posteriormente, sitúa al caminante en tierras del municipio de Dumbría. La ruta, que discurre próxima al embalse de A Fervenza, sobre el Xallas, toca a su fin cuando se alcanza el lugar de Olveiroa, de nuevo con notables ejemplos de la arquitectura popular de la zona.
A la salida de Hospital,
una aldea que contó con un modesto hospital para peregrinos hoy desaparecido,
el Camino se bifurca: será necesario decidir si se sigue la ruta que lleva a
Fisterra o la que conduce a Muxía y al santuario de A Barca.
Si el viajero se dirige en
primer lugar a Fisterra, el camino lo llevará a las inmediaciones del santuario
de A Nosa Señora das Neves (s. XVIII), con su “fuente santa” . Ya en el alto de
O Cruceiro da Armada (247 m), el caminante contempla, por primera vez, en la
lejanía aún, el cabo Fisterra.El cabo es el símbolo de la comarca del mismo nombre, por la que viajaremos en lo que queda de camino tanto si nos dirigimos a Fisterra como si lo hacemos hacia Muxía. Esta comarca, dada como pocas a todo tipo de leyendas, cuenta con una de las franjas costeras de mayor belleza de la Península Ibérica, en la que se alternan los grandes y tranquilos arenales con abruptas formaciones rocosas y un mar bravo como pocos. El marisqueo, la pesca y la agricultura, con productos artesanales de gran calidad, también contribuyen a hacer de la zona un paraíso para la vista y los sentidos.
Cee, la primera localidad de la comarca a la que llega el peregrino, cuenta con una notable actividad comercial destaca su mercado dominical y de servicios. El pazo de O Cotón y el edificio decimonónico de la Fundación Fernando Blanco son dos de los símbolos de la localidad, en la que también destaca la iglesia de A Xunqueira, de cabecera gótica.
Muy próxima a Cee está la villa de Corcubión, que conserva un casco antiguo declarado conjunto histórico-artístico, reflejo en gran medida de la antigua relevancia de su puerto. La iglesia de San Marcos, gótico-marinera y neogótica.
El camino llega a Fisterra después de bordear, durante unos dos kilómetros, las formaciones dunares de la hermosa y extensa playa de Langosteira. Fisterra, localidad de recios marineros y pescadores, está ligada a la tradición jacobea desde sus inicios.
Y el epicentro de esa relación es la iglesia de Santa María das Areas, de origen medieval, situada a las afueras de la localidad, camino del cabo Fisterra. Una arcada, que se considera que formó parte del desaparecido hospital medieval de peregrinos, da paso a un templo en el que brilla con luz propia el Santo Cristo de Fisterra, singular talla del siglo XIV que según la leyenda apareció en la costa después de ser arrojado al agua por un barco durante una tormenta. Para muchos antiguos peregrinos, la visita, tras la peregrinación a Santiago, a la que consideraban la más occidental de las representaciones de Cristo era una forma idónea de culminar su viaje.
En el templo de Santa María das Areas la renacentista de la Virgen del Carmen. La capilla mayor (siglo XIV) guarda una imagen pétrea de la Virgen María, del siglo XVI. También se venera una imagen de Santiago con un ritual que recuerda al de la catedral compostelana. Aunque la portada principal es románica, en el exterior del templo predomina el gótico marinero.
Desde la localidad de Fisterra, el peregrino debe realizar un último y corto trayecto para llegar a la punta del mítico cabo Fisterra, que nos anuncia el edificio del antiguo faro, rehabilitado para usos turísticos. El espíritu y la naturaleza, el mar y el cielo, la leyenda y el presente se dan la mano en ese extremo occidental de Europa en el que los antiguos creyeron adivinar el fin del mundo conocido, quizá definitivamente convencidos al observar sus grandiosas puestas de sol.
Fisterra - Muxía
Cuenta la tradición que la
Virgen María recaló en un barco de piedra en lo que hoy es el santuario de A
Barca, en Muxía, para dar ánimos al apóstol Santiago en su predicación por el
noroeste de la Península Ibérica. De ahí parte la significación jacobea de este
lugar y su inclusión en las rutas jacobeas desde el medievo.
La distancia entre
Fisterra y A Barca es de 31 kilómetros. La primera e inmediata cita es San
Martiño de Duio, en cuyas inmediaciones se ocultarían las ruinas de la
desaparecida ciudad de Dugium. Según la tradición medieval, aquí residía el
legado de Roma al que los discípulos de Santiago se dirigieron para que
autorizasen la sepultura en tierra compostelana de los restos del apóstol.El camino avanza entre aldeas, campos de cultivo, bosques y la presencia del mar, con playas tan agrestes como la de O Rostro, hasta la pequeña ría de Lires, donde es posible contemplar una notable variedad de aves. En la ruta se encuentran singulares muestras de arquitectura rural tradicional entremezcladas con notables iglesias, como las de origen románico de Santa Leocadia de Frixe y Santa María de Morquintián.
Santuario Virgen de la Barca (Muxia) |
El último esfuerzo antes de Muxía lo representa la subida al alto de As Aferroas (289 m), con sus amplias vistas. La playa de Lourido es la antesala de esta localidad, situada en un hermoso entorno costero. Fundada en el siglo XII.
Desde Muxía, el santuario de A Nosa Señora da Barca está a un paso. A él se llega bordeando el Monte Corpiño, por el “Camiño da Pel” (Camino de la Piel), así denominado porque en sus inmediaciones se situaba una fuente en la que los peregrinos se aseaban –un símbolo de purificación y respeto al final de la ruta– antes de entrar en el santuario.
Albergue en Olveiroa |
Se ha pasado de no existir ningún albergue en el año
2000 a 20 albergues en el año 2013. Hay tres de la Xunta (Negreira, Olveiroa y
Fisterra), 16 privados, y uno municipal gestionado por la asociación gallega
AGACS (Corcubión). Los albergues con más capacidad son los de la Xunta, con más
de treinta plazas cada uno.
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